
Manuel Becerra
Enjuncador
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Pedro Aguirre Cerda
Manuel Becerra González, maestro enjuncador, nació en Santiago el 5 de junio de 1961, hijo de Manuel Manuel Becerra y Zulema González. Vivió sus primeros años en la población La Victoria, en la comuna de Pedro Aguirre Cerda. Es el séptimo de diez hermanos, uno de los cuales murió siendo niño. Con diez años de edad se mudó con su familia a la población Pablo de Rocka, en la comuna de La Pintana y, tras la separación de sus padres, a casa de su hermana mayor junto con su madre y una hermana, en la calle Sierra Bella 2327, en el barrio Franklin. Allí, según nos cuenta, conoció el hambre y el frío. En la casa de Sierra Bella vivía su hermana mayor con su pareja, dos hijos suyos, otro sobrino que venía de Los Nogales, su mamá y su hermana menor. En total, ocho personas. Su hermana mayor trabajaba en un restorán del centro, su pareja en una pastelería de calle Merced, sus sobrinos iban a estudiar a un colegio jornada completa y su mamá tenía trabajos ocasionales. Él asistió hasta octavo básico en el colegio Reyes Católicos, en Ñuble con Santa Elena. Entre ocho de la mañana y una de la tarde asistía al colegio. Entre dos de la tarde y diez de la noche lo mandaban a trabajar a la casa de un vecino que tenía taller de enjuncado, Manuel Vargas. Trabajó en ese taller entre 1972 y 1983, desde sus once años hasta los veintidós. “Así se me fue la infancia, trabajando”, recuerda Manuel Becerra. Si bien Manuel Vargas había aprendido el oficio con Óscar Oliva, “uno de los pioneros en Chile”, Manuel Becerra afirma que quienes lo formaron como enjuncador fueron las mismas personas que le hacían los encargos en los muchos talleres en los que ha trabajado.
Cuando se casó abandonó el taller de Manuel Vargas. Durante algún tiempo trabajó en talleres ajenos, conforme le encargaran algún trabajo. Por medio de un cliente arrendó un taller en Providencia con Pío X y luego en Vicuña Mackenna 92. Trabajaba en ese tiempo con un primo, hoy lo ayudan ocasionalmente sus hijas y su señora. Se instaló a mediados de los ochenta en Tocornal con Victoria, en un taller que compartía con un tapicero capitoné de apellido Vergara, y un barnizador, Palmenio Rayo (don Memo), de quién aprendió mucho el trato con las personas. En la década del noventa instaló su taller en Lira 1942, esquina general Gana en la comuna de Santiago. A principios de la década siguiente se inundó su taller, razón por la cual temporalmente comenzó a trabajar en su departamento del paradero 25 de Santa Rosa en la comuna de La Pintana hasta el año 2018, fecha en la cual instaló su taller en la comuna de Pedro Aguirre Cerda, donde actualmente reside.
Según nos relata el maestro Becerra, hubo un tiempo con mayor demanda de enjuncados, al menos hasta la década de 1990, cuando comenzaron a importarse muebles chinos muy baratos. Hoy en día el trabajo no abunda, pero se mantiene. A lo largo de su carrera el maestro Manuel ha enseñado el oficio a distintas personas recordando principalmente a Marco Rayo, hijo de don Memo que tiene taller en Brasil con Santo Domingo, y Marcelo Silva Rodríguez. En suma, calcula que no deben haber más de seis enjuncadores de calidad en todo Santiago.
El trabajo generalmente se lo encargan tiendas del Vitacura, Las Condes y Providencia, o talleres que fabrican muebles. Cuando vivía en el paradero 25 de Santa Rosa tenía mucha articulación con los talleres de La Granja. Actualmente lo llaman sólo los más grandes, por una cuestión de distancia.
Manuel Becerra tiene cariño por su oficio y le anima el ser reconocido por sus pares como un “artesano fino”, afirma con entusiasmo que le hubiera gustado ser profesor de castellano, o haberle dedicado más tiempo a la actuación. Escribe poesía y recita versos en cada ocasión propicia. Tiene dos hijas, tres nietas y una bisnieta.