
Delfín Alejandro Meza Gutierrez
Maestro Mueblista
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San Ramón
Delfín Alejandro Meza Gutiérrez, es maestro mueblista de estilo, oficio que consiste en la fabricación de muebles de diferentes estilos, ya sean clásicos o modernos, utilizando para ello maderas nobles. El mueblista obtiene las distintas partes de cada uno de los muebles que fabrica directamente de los tablones de madera, valiéndose para ello de serruchos manuales o máquinas, como las sierras de cinta, comúnmente conocidas como “huinchas”. Una vez cortadas las partes que componen cada mueble, para lo cual se utilizan distintas plantillas previamente confeccionadas, procede al ensamblaje de cada una de ellas usando tarugos, cola fría para madera y prensas, las cuales pueden ser de madera o de metal. Una vez ensamblado el mueble y dependiendo de las características de cada uno de ellos, se deriva a los distintos maestros; talladores, marqueteros, enjuncadores, tapiceros y barnizadores.
El maestro Meza nació en el Hospital Barros Luco, en la ciudad de Santiago, en abril de 1950. Realizó el servicio militar obligatorio en los años de la reforma educativa, por lo cual pasó de tercero de humanidades a primer año de enseñanza media. Terminó sus estudios secundarios en el Liceo Nocturno de La Granja. Fue de la segunda generación que rindió la Prueba de Aptitud Académica, y alcanzó a estudiar dos años de ingeniería de ejecución mecánica en la Universidad Técnica del Estado (hoy Universidad de Santiago). No pudo concluir sus estudios como consecuencia del golpe cívico-militar de 1973. Antes del realizar el servicio militar, y antes de ingresar a la universidad, ya había aprendido el oficio de mueblista ayudando a su padre durante los fines de semana. Como conocía “el oficio de los palos”, se dedicó a ejercerlo.
Su padre, Eugenio Meza Salinas, trabajó toda la vida en muebles. Probablemente aprendió el oficio de un tío carpintero, en San Felipe, durante la década de 1930. Un tiempo trabajó en una imprenta de Valparaíso, pero muy pronto retomó el oficio de mueblista, al que se dedicó toda la vida. Don Alejandro recuerda que su padre trabajó mucho tiempo en Casa Muzzard, prestigiosa casa de muebles y decoración durante esos años. Sin embargo, su padre también trabajó con otra gente. Recuerda en especial la fábrica de Sergio Roca, ejecutivo del Banco Central, porque fue allí fue donde don se inició en el oficio, llegando a ser ayudante adelantado, antes de partir al servicio militar.
En Muebles Roca, el maestro Meza nos cuenta que le “guardaron” el trabajo mientras cumplía con el servicio militar. Al poco tiempo de su regreso a la fábrica, empezó a realizar labores como maestro mueblista, aunque su sueldo segía siendo el de ayudante y se negaban, por su juventud, a reconocerle una jerarquía mayor. Este fue el motivo por el cual renunció, llegando a trabajar a Muebles Barrios, una fábrica pequeña ubicada en la calle México, al lado del regimiento Buin, en la comuna de Recoleta. En ese tiempo, de acuerdo a don Alejandro, “el trabajo sobraba: renunciaba el viernes y el lunes ya estaba instalado en otra parte”. Había muchos mueblistas dedicados a la “línea plana” (muebles sencillos, funcionales, sin tantos detalles) pero no tantos mueblistas “góticos” como él se define. Recuerda haber trabajado luego en Canciani Falabella, fábrica de renombre que cerró cuando salió electo Salvador Allende en 1970. Recuerda haber trabajado para la Sociedad Constructora de Establecimientos Hospitalarios, con la cual viajó por todo Chile, también en el taller de los hermanos Morales, en la comuna de La Cisterna, donde estuvo alrededor de seis años. Durante la década de los setenta entró a trabajar a Muebles Valdés, importante fábrica y tienda de muebles de estilos clásicos y también modernos, en dos temporadas distintas, renunciando en ambas ocasiones por diferencias con los jefes de taller.
A partir de 1983 o 1984 empezó a trabajar en el taller que había sido de su padre. De ahí nunca más volvió a trabajar “apatronado”, haciendo muebles de estilo para distintas fábricas, tiendas, diseñadores y clientes particulares dentro de los que destacan Francisco Monge, Patricia Vargas y su hijo Rafael Hurtado. El maestro Meza recuerda con especial cariño al abogado Jaime Sánchez, cliente suyo y amante de los muebles finos con quien estableció una especial amistad.
Le parece que el oficio va en decadencia, “¡ya casi nadie compra muebles de estilo!, ni siquiera los jóvenes del barrio alto que se criaron viendo muebles finos, de calidad”. En parte la decadencia se debe a estos cambios de gusto, así como a la escasez y alto precio de las maderas de calidad. Por otro lado, según nos señala el maestro Meza, a la creciente importación de muebles chinos, los cuales son restaurados en talleres nacionales y son vendidos en tiendas especializadas a un alto precio. Previendo que el rubro decaería, optó por entregarles a sus hijos una educación profesional, no instándolos a continuar con su oficio. Sin embargo maestro Meza tiene mucho aprecio por su trabajo, contándonos con orgullo que una de sus “pegas” más importantes fue la fabricación de los sillones de una de las salas de la Corte Suprema de Justicia, encargo realizado bajo la presidencia del magistrado Manuel Maldonado. Actualmente se encuentra sin trabajo, nos cuenta con nostalgia que hace unos meses volvió a “encolar” unas sillas que fabricó su padre hace cincuenta años. Está convencido de que harán falta otros cincuenta años antes de que esas sillas necesiten una reparación.